21.1.09

Del sacrificio a la calle sólo hay un anscensor

Mi cara asomada a la ventana recibiendo los últimos rayos de sol, esos que languidecen dejando paso a la ausencia de luz. Miraba a la gente en la calle, quería bajar a caminar sin propósito de meta alguno, pero la inminencia de las obligaciones me sujetaba con fuerza a estas cuatro paredes. Comencé a pensar en mi autocontrol, en lo que me retiene, en la recompensa mayor a expensas de un sacrificio diario. Ese siempre ha sido el denominador común de todo, sacrificar lo concupiscente en aras de algo infinitamente mejor. El problema es cuando llegas a la meta, ¿a qué sabe lo que has conseguido? ¿escapaste a la frustración?


Discover Beck!