24.2.09

Misandría

No sé exactamente en relación a qué, pero de pronto un compañero de trabajo me ha tildado de lo contrario de misógina. "¿qué es lo contrario de misoginia?, pues como se llame eres tú, porque tú odias a los hombres..."
Mi hermano se llevó una decepción cuando yo nací, ansiaba tener a alguien más pequeño que él sobre quien ser mentor y enseñarle a jugar al fútbol. Nací XX, pero él se empeñó en dejar una de mis X coja de un penalty a mi aspada portería.Durante unos cuantos años se referirían a mí como "chicazo", si a eso le añadimos la filia de mi madre por despojarme de todo tipo de cabellera que manifestara mi verdadera identidad, cuando el pelo era el único delator de mi femineidad. Supongo que esa infancia teñida de azul me pudo haber dejado una impronta freudiana en forma de envidia de pene. Si Freud me oye que me abra un cuadro de diálogo fálico ahora mismo para hacérmelo saber (no, no me oye)
Siempre reconocí envidiar a los hombres en dos cosas: en la facilidad para orinar en cualquier parte y a la hora de viajar a lugares en donde las señoritas como yo corremos peligro (aunque en este segundo supuesto hay unas cuantas valientes que se atreven a hacerlo, cuestión de ovarios o de inconsciencia).
He tenido una marcada tendencia a relacionarme mejor con los hombres que con las mujeres, con y sin cortejo mediante, de hecho he llegado a renegar de mi género en varias ocasiones, ya que o no me identifico con muchas actitudes que se supone que son propias de las mujeres o no soporto que mi sistema hormonal me altere a su antojo el ánimo.
Según mi compañero yo sería ¿misándrica?

16.2.09

El abandono

Hoy es uno de esos días en los que no me apetece hacer nada, días en los que la gata busca mi atención y se termina por marchar porque no obtiene lo que quiere. Días en los que se llega al trabajo y nota un ambiente extraño y una quiere indagar, pero no le apetece porque aunque sabe que va con ella le da igual. Días en los que te comerías todas las tabletas de chocolate del mundo, en los que farfullarías más que hablarías, en los que dirías la cruda verdad dispuesta a poner ambas mejillas, pero...no me apetece. Hoy no me apetece luchar...