4.6.08

Eccehomo I

No me pidas más o te lo tendré que dar todo...Ella le miró indolente, su parálisis facial le hacía poner esa cara tan inmutable, tan inerte. Por esta vez su rostro y su pensamiento debían de estar de acuerdo, ya que la muy zorra se dio media vuelta y se marchó hacia la sala común. Zorra, zorra, zorra, un único pensamiento, una única palabra. Le llamaban por el megáfono, arrastrando los pies y como una visión en túnel sólo podía ver la trampilla. Se las dio en la mano, las tomó, las miró. ¿No quieres agua?. No, así, a palo seco. No hagas tonterías, si no tendremos que volver a las gotas. Abrió la boca mirándola fijamente. Tómatelas. Se quedó con la boca abierta, mostrando todos los huecos en los que en un tiempo pasado hubo dientes. Tómatelas. Se metió el cóctel de pastillas en la boca cerrándola a continuación y haciendo el gesto de que las tragaba. A ver, abre la boca, levanta la lengua, muévela. Todo correcto, siguiente.
Hora de dormir. Cada uno a su habitación. Se desnudó, separó la colcha y se introdujo en la cama. Se llevó la mano a la boca y escupió el cóctel. De algo le tenían que servir los huecos que antes albergaban huesos. Aquella mezcla de saliva coloreada y pastillas encontró su destino debajo de la almohada. No se atrevía a deshacerse de ellas, le invadió el miedo. Por si acaso, pensó. Introdujo su mano dentro de la colcha, hasta toparse con la flaccidez de su miembro, el cual empezó a rozar como si acariciara a un animal desafiante. No reaccionaba, no había erección. Empezó a pensar en ella. Nada. Probó a desnudar su imagen. Nada. Le aumentó los pechos. Nada. Comenzó a ponerse nervioso, aquello iba de mal en peor. Cuanto más intentaba concentrarse, más intrusiones en su pensamiento, imágenes de su madre, imágenes de su trabajo. Basta. Sacó la mano como si le hubiera dado una descarga. La olfateó. Sencillamente nauseabundo. Se despojó la colcha con violencia de su cuerpo y se fue hacia el baño. Cogió el gel y comenzó a lavarse la polla, sin agua, sólo el viscoso líquido blanco, su mano y su polla. Sí, ahora, sí. No se sabía dónde empezaba el gel y dónde acababa el esperma. Al minuto eyaculó densamente dentro de la bañera. Aclaró la bañera. Se metió en la cama cubriéndose hasta el pecho con la colcha y dejando sus brazos a un lado y a otro de la misma. Se acabó el mambo por esta noche...

5 comentarios:

Anónimo dijo...

brrufff!!!

se me ha erizado el vello...

un abrazo, amiga, me alegra de que ahora escribas tan seguido, yo, ya ves, seco, o inapetente, o yo qué sé..

Pareidolia dijo...

Huella de perro,a veces, cuando uno calla es porque no tiene nada que decir, o lo que tiene que decir es tan íntimo que lo prefiere callar. A veces con hacer señales de humo es suficiente, me basta con saber que estás ahí. Un abrazo para ti también.

chuliMa dijo...

vayaa, no me habia dado cuenta que se echaban de menos estos relatos tuyos...bien, bien, bien,bien.

Besote

Pareidolia dijo...

Chulima: es que a veces me dan puntazos de éstos,continuará...Un besico

Anónimo dijo...

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