30.4.07

Bizarre Love Triangle


A Raúl le gustaba Alicia.
A Alicia le gustaba Jesús.
Se veían en el trabajo. Era la motivación de cada día. El primer pensamiento antes de ir al trabajo era ver al otro. Cuando llegaban tenían la esperanza de ser el primer rostro que el/la otro/a viera, sin embargo ellos nunca osaban a mirar de frente por temor a verse reflejados en la mirada del otro.
Raúl tenía pareja, al igual que Jesús.
Alicia tenía sus escarceos, pero hacía mucho tiempo que no tenía nada serio. Tonteaba con un tipo que conoció una noche, pero ella seguía esperando una señal de Jesús, por mínima que fuera...
Jesús hacía tiempo que se sentía vacío, pero aún quería intentar salvar la relación con Celia. Seguía pensando que era la mujer perfecta, sin embargo llevaban dos meses sin tocarse. Celia comienza a llorar sin motivo desde hace un mes.
Raúl se había cansado de Julia, pero no sabía cómo decírselo, así que, hasta el día que tuviera el valor de compartir su fatiga con ella, se dejaba llevar. Julia cree estar embarazada, pero por el momento calla ilusionada hasta que no se haga el test de embarazo.
Alicia era conocida de Julia, se conocían desde el colegio, pero nunca tuvieron una relación estrecha, simplemente se saludaban por cortesía y porque Alicia era la compañera de trabajo de su novio. A Alicia le daba lástima Celia, Raúl tuvo un lío con otra compañera del trabajo.
De fondo en la radio del despacho se podía escuchar una canción de New Order...
Every time I think of you
I get a shot right through
Into a bolt of blue
It´s no problem of mine
But it´s a problem I find
Living the life that I can´t leave behind ...

Historias de María

María tenía un novio que la invitaba a pastillas. Ella decía que se lo pasaban muy bien en la cama mientras estaban "extasiados".
Salieron una noche de sábado, no iban solos. María sospechaba desde hacía un tiempo que su novio se la pegaba con otra, sin embargo la única prueba que tenía eran unos picores vaginales que en un principio atribuyó al hecho de tomar demasiado antibiótico. Las amigas de María ni siquiera lo eran, porque, para qué engañarnos, era un pelín estúpida, característica que la hacía especial, ya que por su boca sólo salían desvaríos varios. Los chicos siempre se sintieron atraidos por ella, más por su pose de calienta braguetas que por ella misma, ya que tenía un fondo de difícil acceso (más bien un agujero negro en el cual era mejor ni asomarse). Ella era algo hipocondríaca, rasgo que sus amigos utilizaban para dejarla en stand-by durante toda una tarde. Cuando querías que dejara de decir sandeces le decías "María, tienes mala cara", y María decía "¿Sí? ¿De verdad?" y ya la tenías fuera de combate.

Ad náuseam


No soporto:
A los que te proponen y al final nunca disponen.
A los que se cruzan de acera cuando me ven.
A los que usan cultismos con aquellos que saben que no van a entender.
A los que dicen que no temen a la muerte.
A los que mienten para dar más peso a sus argumentos.
A los que esperan a que tropieces para señalarte con el dedo mientras sueltan una carcajada.
A los que no supieron parar a tiempo y ahora exigen que se les detenga.
A aquel amigo que le conté un secreto y ahora lo cuenta cambiando mi nombre pensando que me traiciona menos (qué detalle por su parte).
Y en ocasiones no me soporto ni yo, pero de eso que se quejen otros...

¿Y tú? ¿qué no soportas?

29.4.07

Mi vida por un chicle de menta


Llueve. Último autobús. Tras un cuarto de hora suspira aliviado al ver que llega. Los últimos autobuses van casi vacíos. En otra parada suben tres chicas cargadas con unas bolsas del Mercadona. El contenido de las bolsas se adivinaba por el ruido de las botellas al chocar. "Pensarán que somos unas borrachas" comenta una de ellas. De las tres sólo destaca una de ellas: rubia de bote, explosiva, llevando la voz cantante.
La Rubia: Pues ayer me lié con uno
Las damas de compañía: Cuenta, cuenta, ¿cómo era?
La Rubia:1'80, rubio (creo, porque llevaba un quilo de gomina y parecía moreno) y los ojos creo que marrones...
Las damas de compañía: ¿Y qué tal? ¿y qué tal?
La Rubia: Pues hemos comido juntos- deja entrever que han fornicado hasta las dos de la tarde
Las damas de compañía, con las que los chicos hablan primero para llegar a La Rubia comienzan a reír con una risa nerviosa...
La Rubia: lo que no entiendo cómo tuvo los huevos de liarse conmigo
Las damas de compañía: ¿Y eso?-(¡Oh! sorpresa)
La Rubia: porque estaba hablando con él y de repente me entraron ganas de potar, me fui y poté y luego el tío me cogió y se enrolló conmigo. ¡Yo no lo hubiera hecho!
Las damas de compañía no dan réplica al comentario, están verdes de la envidia pensando que hasta con aliento postvómito la desean...
Llega su parada. Desciende del autobús como si se tratara del Padre Karras arrojándose por la ventana y La Rubia se le queda mirando a través del cristal. Igualita que Regan.

28.4.07

coces


Harta de tener el palo con la zanahoria colgando de una cuerda delante de mi morro, estoy a punto de pegarle una coz a alguien. ¿A quién se la pegarías tú?
Empezaré yo: (y con todas mis fuerzas) a Ana Aznar (y si le alcanza a su consorte mato dos pájaros de un tiro)

Marie Yvonne, ne pleure pas...

Se llamaba Marie Yvonne. Era la definición de fealdad, mas sus dos vástagos eran bellos ejemplares francesitos. Su pareja, François, ya no la quería, no la deseaba, sólo se beneficiaba de ella como cuidadora de sus dos creaciones. Por el trabajo de son mari ella daba tumbos por distintas geografías con él, y él daba embestidas traseras a los nativos de las ciudades en las que se establecían temporalmente. La ceguera en color de ella le impedía tener contacto con la realidad. Lo único real de todo aquello eran los dos niños rubios que comenzaban a enfermar de angustia. Estuvieron los cuatro durante un año en la ciudad, después retornaron á la France.
Fueron a vivir a una pequeña ciudad del centro, en un impasse. François me vino a buscar a la estación de autobuses. Le molestó que fumara," es un vicio sucio y maloliente". Él hubiera preferido que esnifase coca como él, ya que era un hábito más higiénico, según me confesó. Tras una hora en coche llegamos al impasse. Marie Yvonne y los niños salieron a recibirnos.
A la mañana siguiente François se fue. Marie Yvonne, los niños y yo nos marchamos de viaje a la costa. Ella se empeñaba en hablarme en español. Yo la odiaba por eso, no permitía mi metamorfosis. Pasados unos días también comencé a odiar a esos monstruos rubios. Marie Yvonne no podía contenerlos. Entonces entendí cuál era el motivo de mi estancia con ellos. Me convertí en un pañuelo de lágrimas para ella y en una diana de caillous para los petits enfants.
François, mientras, iba con un deportivo y con su miembro mojado por la saliva de algún amante en otra ciudad, ajeno a las lágrimas de Marie Yvonne, ajeno a la transformación de sus monstruos y ajeno al estado de desesperación por el que yo estaba pasando. Yo lo sabía todo. Ella no sabía nada. Ella me hablaba y yo me callaba.
De vuelta de la playa al apartamento los niños se convirtieron en monstruos una vez más. Marie Yvonne entró en una crisis nerviosa, cogió su coche y desapareció. Se me pasó por la cabeza aliviar su sufrimiento, pero sabía que tarde o temprano lo haría ella misma...

26.4.07

Ayer la volví a ver

Creo que ha sido la cuarta vez que la he visto. Si la volviera a ver de nuevo la miraría con el interés de la primera vez. Cuando ella dice:"Ocho años y doscientos electrochoques que equivalían cada uno a un fusilamiento" no dejo de sorprenderme . Ella estuvo en un psiquiátrico durante ocho años, en los que se le diagnosticó (erróneamente) una esquizofrenia. En aquel tiempo el que ingresaba en un psiquiátrico o era oligofrénico o era esquizofrénico, no había más diagnóstico. Era muy sensible, perdió dos hermanas en circunstancias similares (ambas se ahogaron ), sus rasgos físicos eran diferentes al resto y aquello la acomplejaba. Desde su infancia hasta su adolescencia su vida estuvo orientada hacia el interior y su forma de exteriorizar sus pensamientos, deseos y sentimientos fue a través de la escritura.
Su hermana mayor se ahoga un verano. Era el espejo en el que su imagen se reflejaba como ella deseaba ser y no era. Su madre y una de sus hermanas menores se marchan de vacaciones. De aquel viaje sólo retorna la madre. Su hermana se había ahogado. La tragedia se repite. Dos muertes cercanas + una mujer especial = ¿esquizofrenia?.
Su sensibilidad le hizo cometer un intento de suicidio, que al no consumarse pasó de un autogastigo a un confinamiento de ocho años en un psiquiátrico en el que recibió terapia electroconvulsiva (electroshocks). Gracias a la obtención de un premio literario se libró de permanecer de por vida en el frenopático, ya que consideraron que (por su bien) había que
practicarle una leucotomía (lo que actualmente se conoce como lobotomía). Iban a pasar de freírle los sesos a robarle una zona de ellos. Todo por su bien. Afortunadamente no sucedió.
El premio fue su salvoconducto.
Para saber más de ella: Janet Frame
Y para verla: Un ángel en mi mesa (Jane Campion)

24.4.07

Una ronda R.E.M. de centeno

Me he despertado con el recuerdo de un sueño. Después de muchos años volvía a pegarle al Moskovskaya. Realmente la muerte de Yeltsin me ha marcado. Tenía cara de San Bernardo bonachón.
La botella salía de la maleta que tenía debajo de la cama. Creo que me he despertado con resaca pretérita. Al vodka no vuelvo, ni a aquella cama con esa maleta debajo de ella.

EL DÍA DE LA BESTIA

CHAPTER V

Llegaron tres personas vestidas con ropas de camuflaje. Cuando se dispersaron apareció una figura que me resultaba familiar. Hablaban en un lenguaje, que aunque reconocía, no lograba entender. Era un lenguaje dominado por los alaridos, por los llantos y por los aspavientos de esa figura emergente de la tríada. Estaba petrificada. No podía avanzar ni retroceder. De pronto tomé conciencia, supe quién era. Mi madre me dijo: Hija, estás sangrando. Me miré y ví que dos churretones de sangre recorrían mis piernas...
Un dolor agudo a la altura del abdomen me despertó de aquel inquietante sueño y me miré las piernas. Había sangre. Miré a mi alrededor. Hendrix y familia dormían, mejor no hacer ruido (tienen mal despertar). La humedad se hacía insoportable, así que salí del escondrijo para dirigirme hacia la playa.. Divisé a lo lejos a Blaky, blanco entre la noche.

Yo: Blaky, tengo sangre entre las piernas
Blaky: No puede ser...
Yo: ¿qué ocurre? -gruñí asustada
Blaky: Felicidades, ya eres una mujer fértil
Yo:¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!

23.4.07



Ha muerto Yeltsin, uno de los pocos presidentes rusos que se reía de sí mismo...Al menos espero que se haya podido beber un vodka antes de desaparecer.
Ahora cantará el Kalinka en el cielo de los ortodoxos

22.4.07

EL SUEÑO DEL CONEJO LOCO

CHAPTER IV
  • "He tenido una pesadilla" - me dijo Blaky.
  • ¿Qué has soñado peludo?.
  • Que un día tenías mucha hambre y me comías.
  • Yo nunca te haría eso, soy vegetariana, ya lo sabes.
  • Pero un día quizá te canses de comer hierba, bonita, y prefieras comer carne de primera calidad.
  • Si yo tuviera que comer carne no te comería a ti Blaky, eres puro veneno.
  • ¿Por qué dices eso?,-contestó indignado.
  • Porque desde que ya no tienes que esconderte de las alimañas ya no te mueves, te has engordado 5 kilos por lo menos , eres una bomba calórica. Además, sé que padeces de colon irritable. No entiendo cómo las conejitas se acercan a ti, dejas un hedor insoportable a tu alrededor...
  • Je, je, les echo la culpa a los demonios de Tasmania, y ¡se lo creen!.
  • Además de psicópata, mentiroso...
  • No me comerás nunca, ¿verdad?
  • Ven aquí, conejo mal oliente...
Le tomé por el pescuezo y le apoyé en mi regazo. De repente Blaky comenzó a gimotear.
  • Blaky, ¿qué te ocurre?
  • Nada, que me estás presionando el colon.
Le tuve en brazos hasta que una explosión de gases fétidos me hizo arrojarlo a la hierba. Se marchó corriendo mientras soltaba carcajadas...


BLAKY EL PSICÓPATA


CHAPTER III

Si no puedes con el enemigo únete a él. Digamos que Señor Conejo, Blaky para los humanos, no era exactamente un enemigo, se convirtió para mí en un cómplice. Aunque Blaky me ayudó a que mi familia adoptiva no me tuviese a mí de cena, lo cierto es que me sentí culpable de haber hecho salir al psicópata que llevaba dentro. La idea de ofrecerme en sacrificio al abuelito Klaus fue mía, sin embargo el añadir al carrito de la compra a su odiada Wendy fue idea de él. Yo le intenté disuadir, haciéndole razonar, pero… ¿cómo se puede hacer razonar a un conejo? Lo que Blaky mostró fue puro instinto de supervivencia propio de su especie, pero de ahí a razonar con él…

  • Yo: sólo el abuelo.
  • Blaky: no, no, a la bruja también, que come más que el padre y además me exprime sexualmente
  • Yo: ¡que dejas huérfanos de madre a 8 conejitos!
  • Blaky: Me da igual, a coneja muerta otra joven y peluda en la puerta
  • Yo: Dios mío, he creado a un monstruo, eres peor que los humanos
  • Blaky: Pues tú nunca serás un dingo
  • Yo: afortunadamente

Llegamos a un pacto de no agresión: él me ayudaba a mí a llevar la cena al escondrijo y yo a cambio le protegía de toda alimaña viviente de la isla. Me convertí en una auténtica espía. Al lograr traducir y reproducir todo tipo de lenguaje animal conseguía alejar a las bestias de la madriguera del Sr. Conejo. Asustaba a sobre todo a los Hendrix y a los demonios de Tasmania, que eran a los únicos que les gustaba la familia del Sr, Conejo, y no precisamente para invitarles a bailar…

Blaky, en efecto, comenzó a relacionarse con otras conejitas y a tener más camadas con las que alimentar a los Hendrix, porque un trato es un trato. Cuando una conejita comenzaba a tocarle las orejas le mandaba al exterior de la madriguera a comprar pastel de zanahoria, y ahí estaba yo, con estaca en mano. Blaky, el conejo psicópata, les daba hierbas mágicas a sus conejitos para que éstos no se acordaran de que habían tenido madre. El problema de las hierbas era que hacían alucinar tanto que a algún conejito no hizo falta sacrificarlo, ya que creyendo perseguir mariposas algunos se despeñaron por el precipicio.

Lo cierto que el espiar a los demás se convirtió en un juego durante unos años, el problema fue que ya no me quedaba mucho por conocer de la fauna del lugar y comencé a experimentar otra sensación propia del ser humano: el aburrimiento

Ya no me satisfacía la vida de un dingo.

HENDRIX NO TOCABA LA GUITARRA CON LOS DIENTES


CHAPTER II

Estuvieron buscándome durante algunos meses por toda la isla...Pusieron fotos mías en las cajas de cereales porque decían que ponerlo en los cartones de leche era muy yanqui. Desistieron pasado un año de mi desaparición. Lo peor de estos casos son las cosas que se les pasan a los adultos por la cabeza..."la habrán descuartizado", "han traficado con sus órganos" "la habrán raptado para que sea la hija de algún famoso", etc...

Hendrix no era un perrito cualquiera, era un dingo y además bastante salvaje, prueba de ello son las cicatrices que me dejó en la nuca, porque evidentemente no me iba a coger en brazos...Con mi cuerpo barrió media isla hasta llevarme a su escondrijo. Buen escondrijo, por cierto, porque debieron buscar en todos los sitios menos en su casa. Hendrix era hembra, y para colmo había tenido una camada hacía poco tiempo, así que o yo era víctima de su instinto maternal o me iba a dividir en cuatro pedazos: tres para los cachorros y uno de postre para ella. No hay que ser muy listo para deducir qué paso, aunque ahora sé de gente que hubiera pagado para que me hubiera sucedido la segunda opción (la gente de la CIA, por ejemplo, me tienen bastante manía).

Fui amantada por Hendrix, muy a mi pesar, ya que los cachorros me daban mordiscos para apartarme de mi principal fuente de alimento. Querían que fuese la débil de la camada...Un poco más y lo consiguen a base de arrojarme con sus patitas excrementos y orines humedecidos en tierra. Me provocaron de esa manera una infección bastante virulenta, como consecuencia de ello se me quedó la cara como un cráter (me picaba como un demonio y nadie me decía en lengua humana: ¡No te rasques que se te quedará marca!)...Vamos, que me dejaron como un cromo y marcada para toda la vida entre la madre que los parió y ellos...Estos canes atentados a mi salud han hecho que de una cosa esté segura en esta vida: sé que si se me acercan los hombres es exclusivamente por mi inteligencia...y si es por otra cosa es que están borrachos, drogados u orates.

Yo no sé qué pudo ser, quizá el alimentarme de leche de perra, no sé, pero con el transcurrir de los meses notaba que los aullidos de Hendrix y de los pequeños hijos de...Hendrix dejaron de ser percibidos por mi oído como un sonido estridente. Ya no eran aullidos, eran sonidos con contenido, como el lenguaje humano que tuve que aprender años más tarde. De repente un día entendí "cría de humano, a ver si creces y empiezas a buscarnos alimento, que eres más inútil que un koala". Mi reacción no se hizo esperar, me puse a buscar comida para evitar una buena dosis de mordiscos en lo que ellos decían que era "mi lomo".

Tuve que aprender a cazar ratones y conejos, para lo que tuve que desarrollar una especial habilidad, porque la velocidad no era algo por lo que me caracterizara...Aprendí el código en el que se comunicaban los animales, los de toda la isla. Localizaba las madrigueras y me ocultaba para escuchar lo que decían.

Un día, estaba al acecho de una familia de conejos. Permanecían en su madriguera esperando a que Hendrix y familia pasaran de largo. De repente mi oído empezó a traducir el código de la familia conejo:

Mamá coneja: "A ver si los dingos se van a su casita...que quiero ir al baño"

Papá conejo: "Paciencia Wendy, aguanta un poco, ¿te meas del miedo?

Mamá coneja: "No sé cómo te aguanto, te tendrían que coger los dingos y ponerte de trofeo en su casa"

Conejitos pequeños a coro: "No mamá, a papá no, ¡al abuelito, que come mucho!

Mamá coneja: "Ssssssh, no gritéis que van a pensar que estamos en casa!"

Papá conejo: Pues los niños tienen razón, tu padre come mucho, el invierno se acerca y...”

Mamá coneja: "¡Por *Usagi Tsukino!, ¿no lo estarás diciendo en serio?

Continuaron los reproches hasta que mi familia adoptiva se alejó. La conversación entre los conejos, a parte de dejarme en shock, puesto que los entendía, me hizo hacer algo que por condición humana surgía de forma automática: PENSAR .Algo que enseguida comprendí fue que el Señor Conejo era como un calzonazos humano, pero que en el fondo de su pequeño y peludo ser había un Señor Conejo que necesitaba hacer salir toda la maldad reprimida, alimentada por todos estos años de convivencia con Mamá Coneja y toda su familia.

Permanecí oculta un buen rato hasta que del interior de la madriguera se oía:

Papá conejo: "Me voy a por tabaco"

Mamá coneja: "Pues a ver si se cumple lo que se suele decir"

Papá conejo: "¿El qué?

Mamá coneja: "Nada, nada, que ya que vas a ver si me compras cera para hacerme los bigotes"

Conciencia de Papá conejo: "Eso depílate los bigotes y otra cosa, que pareces una coneja de granja"

Salió Papá conejo de su madriguera. En cuanto su pequeño lomo peludo estuvo a mi alcance tuve tentaciones de atraparlo, pero como humana que soy, preferí dialogar con él, sobre todo con el Super-conejo que estaba preso en su interior...

Yo: Psssss, eh, eh

Papá Conejo: ¿Quién vive?

Yo: Señor conejo, no se asuste, soy humana

Papá conejo: !Por todos los roedores!

Yo: " No se mueva de ahí. Señor conejo, por las buenas soy muy buena, pero por las malas soy un dingo, así que usted sabrá"

Papá conejo: Pero... ¿qué quiere de mí?

Yo: Proponerle un trato que seguro que no va a poder rechazar...

Al cabo de una hora estaba en mi escondrijo con dos conejos debajo del brazo: Mamá coneja y el Abuelito Klaus...Como premio a mi proeza me agasajaron con sendos lametazos aroma a carne de Wendy...

LA CULPA DE TODO LA TIENE FREUD


CHAPTER I

Dicen (los libros) que los primeros recuerdos se forman a partir de los tres años de edad, ya que hasta entonces no tenemos completamente desarrollada una estructura cerebral llamada HIPOTÁLAMO, que es la que tiene la culpa de que tengamos memoria. Mi primer recuerdo, se supone que fue nada más cumplir los tres años, fue ver dos figuras de espaldas, con el pelo largo y lacio. Me dirigí a una de ellas, y dije "mamá" y se giró y no, no era mamá, era papá. Ese fue mi primer recuerdo y mi primer trauma, a parte de haber nacido, según dirían los freudianos. En efecto, en aquellos tiempos mis progenitores eran una pareja de hippies, y como tales, tenían todo el kit: caravana, dos gatos, camisetas desteñidas y una hija fruto de una alucinación lisérgica.

Vivíamos en Australia. En unas vacaciones nos fuimos a Tasmania. En aquel tiempo era muy complicado ir con la caravana hasta allí, pero había una especie de "ferry" destartalado con la capacidad justa para llevarnos a todos. Una vez arribados, mis padres buscaron un sitio en el que anclar la caravana para no moverla en quince días. Al tercer día de estar allí, mis padres como hippies que eran, les dio por adoptar a un perrito que se encontraron por la isla. Le llamaron Hendrix. A la mañana siguiente del cuarto día Hendrix y yo habíamos desaparecido...