22.4.07

HENDRIX NO TOCABA LA GUITARRA CON LOS DIENTES


CHAPTER II

Estuvieron buscándome durante algunos meses por toda la isla...Pusieron fotos mías en las cajas de cereales porque decían que ponerlo en los cartones de leche era muy yanqui. Desistieron pasado un año de mi desaparición. Lo peor de estos casos son las cosas que se les pasan a los adultos por la cabeza..."la habrán descuartizado", "han traficado con sus órganos" "la habrán raptado para que sea la hija de algún famoso", etc...

Hendrix no era un perrito cualquiera, era un dingo y además bastante salvaje, prueba de ello son las cicatrices que me dejó en la nuca, porque evidentemente no me iba a coger en brazos...Con mi cuerpo barrió media isla hasta llevarme a su escondrijo. Buen escondrijo, por cierto, porque debieron buscar en todos los sitios menos en su casa. Hendrix era hembra, y para colmo había tenido una camada hacía poco tiempo, así que o yo era víctima de su instinto maternal o me iba a dividir en cuatro pedazos: tres para los cachorros y uno de postre para ella. No hay que ser muy listo para deducir qué paso, aunque ahora sé de gente que hubiera pagado para que me hubiera sucedido la segunda opción (la gente de la CIA, por ejemplo, me tienen bastante manía).

Fui amantada por Hendrix, muy a mi pesar, ya que los cachorros me daban mordiscos para apartarme de mi principal fuente de alimento. Querían que fuese la débil de la camada...Un poco más y lo consiguen a base de arrojarme con sus patitas excrementos y orines humedecidos en tierra. Me provocaron de esa manera una infección bastante virulenta, como consecuencia de ello se me quedó la cara como un cráter (me picaba como un demonio y nadie me decía en lengua humana: ¡No te rasques que se te quedará marca!)...Vamos, que me dejaron como un cromo y marcada para toda la vida entre la madre que los parió y ellos...Estos canes atentados a mi salud han hecho que de una cosa esté segura en esta vida: sé que si se me acercan los hombres es exclusivamente por mi inteligencia...y si es por otra cosa es que están borrachos, drogados u orates.

Yo no sé qué pudo ser, quizá el alimentarme de leche de perra, no sé, pero con el transcurrir de los meses notaba que los aullidos de Hendrix y de los pequeños hijos de...Hendrix dejaron de ser percibidos por mi oído como un sonido estridente. Ya no eran aullidos, eran sonidos con contenido, como el lenguaje humano que tuve que aprender años más tarde. De repente un día entendí "cría de humano, a ver si creces y empiezas a buscarnos alimento, que eres más inútil que un koala". Mi reacción no se hizo esperar, me puse a buscar comida para evitar una buena dosis de mordiscos en lo que ellos decían que era "mi lomo".

Tuve que aprender a cazar ratones y conejos, para lo que tuve que desarrollar una especial habilidad, porque la velocidad no era algo por lo que me caracterizara...Aprendí el código en el que se comunicaban los animales, los de toda la isla. Localizaba las madrigueras y me ocultaba para escuchar lo que decían.

Un día, estaba al acecho de una familia de conejos. Permanecían en su madriguera esperando a que Hendrix y familia pasaran de largo. De repente mi oído empezó a traducir el código de la familia conejo:

Mamá coneja: "A ver si los dingos se van a su casita...que quiero ir al baño"

Papá conejo: "Paciencia Wendy, aguanta un poco, ¿te meas del miedo?

Mamá coneja: "No sé cómo te aguanto, te tendrían que coger los dingos y ponerte de trofeo en su casa"

Conejitos pequeños a coro: "No mamá, a papá no, ¡al abuelito, que come mucho!

Mamá coneja: "Ssssssh, no gritéis que van a pensar que estamos en casa!"

Papá conejo: Pues los niños tienen razón, tu padre come mucho, el invierno se acerca y...”

Mamá coneja: "¡Por *Usagi Tsukino!, ¿no lo estarás diciendo en serio?

Continuaron los reproches hasta que mi familia adoptiva se alejó. La conversación entre los conejos, a parte de dejarme en shock, puesto que los entendía, me hizo hacer algo que por condición humana surgía de forma automática: PENSAR .Algo que enseguida comprendí fue que el Señor Conejo era como un calzonazos humano, pero que en el fondo de su pequeño y peludo ser había un Señor Conejo que necesitaba hacer salir toda la maldad reprimida, alimentada por todos estos años de convivencia con Mamá Coneja y toda su familia.

Permanecí oculta un buen rato hasta que del interior de la madriguera se oía:

Papá conejo: "Me voy a por tabaco"

Mamá coneja: "Pues a ver si se cumple lo que se suele decir"

Papá conejo: "¿El qué?

Mamá coneja: "Nada, nada, que ya que vas a ver si me compras cera para hacerme los bigotes"

Conciencia de Papá conejo: "Eso depílate los bigotes y otra cosa, que pareces una coneja de granja"

Salió Papá conejo de su madriguera. En cuanto su pequeño lomo peludo estuvo a mi alcance tuve tentaciones de atraparlo, pero como humana que soy, preferí dialogar con él, sobre todo con el Super-conejo que estaba preso en su interior...

Yo: Psssss, eh, eh

Papá Conejo: ¿Quién vive?

Yo: Señor conejo, no se asuste, soy humana

Papá conejo: !Por todos los roedores!

Yo: " No se mueva de ahí. Señor conejo, por las buenas soy muy buena, pero por las malas soy un dingo, así que usted sabrá"

Papá conejo: Pero... ¿qué quiere de mí?

Yo: Proponerle un trato que seguro que no va a poder rechazar...

Al cabo de una hora estaba en mi escondrijo con dos conejos debajo del brazo: Mamá coneja y el Abuelito Klaus...Como premio a mi proeza me agasajaron con sendos lametazos aroma a carne de Wendy...

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