Le pidió un cigarro y como de costumbre se lo dio, encendiéndoselo sin mirarle. "Está llorando" apuntó alguien. Se quedó paralizada, sintiéndose fatal por no haberse dado cuenta, por haber sido un frío autómata. Era viernes y todo le daba igual. Salió y le buscó. Él sabía que ella iba a a preguntarle y se frotó los ojos. Aún tenía el brillo del llanto en la mirada. Le vio acercarse y se hizo el fuerte. Ella le preguntó si quería quedarse solo. Él contestó que le daba igual (era su forma de pedirle a ella que se quedara). Ha hablado con su familia. No quiere volver. Le ha dicho a su madre que si vuelve será sólo de una manera: muerto. No se quiere volver loco como su hermano, él sí volvió. Ella no pudo evitarlo, y se lanzó como si fuera una abuela que regala besos sonoros que confluyen en un mismo perímetro de la mejilla. "Tú mi hermana mayor" Shúkran, habibi.
Justine habla de las rosas muertas de su jardín. Armand se rasca con ahínco la entrepierna con una mano y con la otra sujeta un libro de poemas de Prévert. El picor no lo provocaba el libro. No. No era Prévert, sino un pequeño huésped que le recorría el vello púbico, pequeño hijo de puta fruto de la noche anterior.
Justine se siente como una de sus rosas: muerta, ajada, sedienta de toxina botulínica que riegue su surcado rostro.
Armand se siente como la esquina derecha doblada en uno de sus olvidados libros que señala la página desde donde volver a partir y desde donde ya nunca volverá a leer, arrinconado, postergado, sediento de Justine la que alimenta a sus rosas, con su indiferencia.
Armand decidió cortar la raíz del problema dosificando gotas de veneno en el té de Justine en cada velada, antes de retirarse al cuarto de invitados, solo, como cada noche, hastiado de esperar que ella despierte de un fingido sueño para no compartir el lecho
La última noche juntos, se quedó observando a Justine dormida, tan inerme e inofensiva, siguiendo el movimiento rápido de sus ojos a través de sus párpados, inclinándose hacia su rostro, para sentir cómo su hálito se desvanecía. Abandonó el peso de su cuerpo sobre ella, mientras Justine soñaba con un Armand rejuvenecido que la abrazaba al percibirla aterida por el frío. Sus pupilas se engrandecían de amor, sonreía sin temor a concebir nuevas arrugas. Armand leía su ensoñación arrebatándole el calor de su piel, al tiempo que Justine exhalaba su último estertor
*Déjeuner du matin Il a mis le café / Echó el café Dans la tasse / En la taza Il a mis le lait /Echó la leche Dans la tasse de café/ En la taza de café Il a mis le sucre /Echó el azúcar Dans le café au lait /En el café con leche Avec la petite cuiller/ Con la cucharilla Il a tourné /Le dio vueltas Il a bu le café au lait / Bebió el café con leche Et il a reposé la tasse /Dejó la taza Sans me parler /Sin hablarme
Il a allumé /Encendió Une cigarette /un cigarrillo Il a fait des ronds /Hizo círculos Avec la fumée /Con el humo Il a mis les cendres / Dejó las cenizas Dans le cendrier /En el cenicero Sans me parler /Sin hablarme Sans me regarder /Sin mirarme
Il s'est levé /Se levantó Il a mis /Se puso Son chapeau sur sa tête /Su sombrero sobre la cabeza Il a mis son manteau de pluie /Se puso su impermeable Parce qu'il pleuvait /Porque llovía Et il est parti /Se fue Sous la pluie /Bajo la lluvia Sans une parole /Sin una palabra Sans me regarder /Sin mirarme
Et moi j'ai pris /Y yo, tomé Ma tête dans ma main /Mi cabeza en mi mano Et j'ai pleuré /Y lloré